Malinovsky ya llevaba un año en Italia y fue el anfitrión perfecto para recibirlo en Bérgamo, una ciudad preciosa pero también tremendamente peculiar, con un sentido de pertenencia enorme e incluso un dialecto del italiano (el bergamasco) que asombra a los visitantes de incluso ciudades vecinas como Milán. Igual que otros conocidos vagos como Romario, gente que pudo llegar a mas, pero desgraciadamente les pudo la fama y la fiesta.
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